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Anteriormente mostrábamos como se presenta el conflicto del campo: un enfrentamiento entre dos posiciones casi antagónicas para unos sería una apropiación social de la renta excesiva obtenida por los terratenientes y en el campo contrario sería una expropiación de parte de su rentabilidad legítimamente conseguida. Pero si tomamos un poco de distancia podríamos descubrir una visión distinta. Lo mejor es comenzar con datos objetivos o cuantificables y puesto que el tema es la (re)distribución de la renta vamos con una herramienta simple: el coeficiente estadístico de Corrado Gini que se usa para medir la distribuciones desiguales de cualquier tipo (la imagen es igual a la banana de Andy Warhol, eso me recuerda que pronto viene un par de programas dedicados especialmente al grupo de culto de la costa este norteamericana que uso esta banana en su primer álbum y que cambio la forma de hacer música en los años 60, ¡estén atentos!).



Un estudio
Según el estudio realizado por Nation Master para el año 2007 entre 122 países el índice de Gini sería: el peor Namibia con un coeficiente 70,7. Argentina se encontraría en un lugar intermedio con 48,3 pero delante de Brasil que tiene 56,7, Chile con 53,8 y Venezuela 49,1. La mejor distribución del ingreso sería de Dinamarca con 23,2. El dato es importante porque queda claro que no somos los peores ni los mejores alumnos de la clase y si nos comparamos con los resultados de nuestros vecinos americanos más emblemáticos (cuyos modelos económicos muchas veces son citados como ejemplos) a todos los sobrepasamos. Los datos estadísticos son solo una referencia, en ningún caso da para estar satisfechos, siempre se puede pretender más igualdad pero tampoco vivimos una situación de desigualdad que obligue a tomar medidas extremas.

Políticas de Estado
Por lo tanto hay tiempo y espacio suficiente para conciliar los intereses particulares de cada sector productivo con los intereses generales de la sociedad. Este espacio de encuentro es aquel que le interesa a todos y cada uno de los sujetos políticos y sociales de un Estado puesto que resguarda por igual los derechos de los que todo tienen y los que nada tienen. Este espacio también es aquel que trasciende las coyunturas políticas contingentes e incluso puede trascender un gobierno de un signo u otro porque es algo sobre lo que podemos estar todos de acuerdo. Pero para que ocurra es necesario generar condiciones especiales. Entre ellas es necesario que las instituciones republicanas funcionen y sean sanas, lo mismo los sectores representativos del trabajo y el capital y que el principal promotor y organizador del dialogo sea el poder ejecutivo. Este poder mientras ejerce sus legítimas funciones tiene la obligación de representar a todos, independientemente de la sensibilidad política que lo llevo al poder y que en ningún caso le impide imprimir al desarrollo de estas políticas su sello particular.



PEVI 2020: el ejemplo vitícola
A algunos le parecerá utópico lo anterior pero es justamente este tipo de actitud lo que le permitió al sector vitícola en crisis construir el único plan estratégico de largo plazo existente hoy en Argentina. Este plan no dejo a todos satisfechos pero lo importante es que es perfectible puesto que se sustenta en el dialogo y el consenso y deja los disensos para más delante de modo tal que las diferencias no frenen el desarrollo del sector. Hoy sus resultados están a la vista y son altamente positivos, queda mucho para asegurar la posición vitícola argentina frente a sus competidores cercanos y lejanos pero es el único camino posible para que subsista.
¡A beber se ha dicho!

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